Resurgimiento
Resurgimiento
Barranca tiene un gran porvenir, escribía Calibán en 1941, en una de sus visitas. Ya no es aquella ciudad de tránsito. El que llega aquí se queda. Funda su hogar y contribuye al esfuerzo común. Dos interesantes monografías de Simón Galvis y Martiniano Valbuena recogen y cuentan parte de su historia. Los cantos, crónicas y pensamiento político del médico escritor Gonzalo Buenahora empiezan a aparecer en sus famosas obras Anverso de Barranca, Un Canto a Bucaramanga, Sangre y Petróleo y La Comuna de Barranca.La revista Pipatón, profusamente ilustrada, desborda los límites de la patria. En ella, los relatos de la ciudad, los romances, crónicas y versos de Edith Telica otros trovadores resuenan en todos los contornos y llevan el tráfago de la faena diaria. El Hotel Pipatón se abre a los visitantes en 1943, en una construcción admirable del arquitecto español Germán Tejero De la Torre y el Centro Juvenil, auspiciado por el señor Shannon de la Troco, moldea en la cultura y el deporte a las nuevas generaciones de la ciudad. Años más tarde la fiebre del oro negro se acabó, los aventureros emigraron, fueron desapareciendo los burdeles y Barranca comenzó a tener vida tranquila y sosiego. Hoy es una gran ciudad, con credencial de capital, sana y segura, poblada de hermosas construcciones y amplias avenidas. Tiene los problemas que toda urbe en crecimiento genera y en ella conviven como en sus primeros años gentes de todas las latitudes que quieren encontrar un mejor estar. Siempre ha sido joven la historia de Barranca y cada vez se remoza más con el auge de su industria y su organización urbanística. El hada de la fortuna siempre le sonrió. |
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