La publicidad puede convencernos de comprar aquello que jamás habíamos pensado que necesitábamos, e incluso hacernos creer que cierto producto puede mejorar nuestra salud de manera instantánea, con beneficios que superan la ficción.
Según el artículo 50 de la Ley 1480 de 2011, la publicidad engañosa se presenta cuando “la información contenida en la propaganda, marca, leyenda o presentación del producto induce o puede inducir al error a los consumidores y afectarlos en lo económico”.
Los medicamentos, suplementos dietarios y otras fórmulas “milagrosas” para la salud no se escapan de esta dinámica. Conozca aquí algunos ejemplos del Invima de la publicidad engañosa que puede encontrar: